Historias de los Juegos Olímpicos
"¡Nike! ¡Nike! ¡Nike!", con esas palabras, que en griego significan victoria, el soldado Filípides anunciaba el triunfo de Atenas.
Había corrido más de 40 kilómetros con una consigna: avisar a la ciudad
que sus soldados habían ganado la batalla ante el ejército persa, en la
ciudad de Maratón. Las mujeres y el resto de la población estaban preparados para matar a sus propios hijos y destruir la ciudad. Sus enemigos, que temían el crecimiento de Atenas y comenzaron un plan de invasión, habían prometido que, en caso de triunfar, violarían a todos y saquearían todo lo que tuvieran en frente. Fue lo último que hizo el corredor Filípides. Tras transmitir el mensaje, cayó desplomado y murió. No aguantó el desgaste físico. Con el conocimiento de la victoria, la ciudad cerró sus puertas. Y se salvó.
Fue en el año 490 Antes de Cristo. En Maratón, una playa semidesértica con humildes casas de pescadores, se enfrentaron unos doce mil soldados atenienses ante un ejército ampliamente superior, que llegaba a los 30 o 40 mil (algunos historiadores hablan de 100 mil, pero la cifra parece exagerada).
La orden de que Filípides avisara a la polis griega fue del general ateniense Milcíades. En condiciones mucho más inferiores, la batalla parecía perdida. Al final, la condición atlética de los soldados atenienses, excelentes corredores aún con las armaduras que pesaban casi 25 kilos, fue más que el impactante número persa. Tras la batalla, el ejército ateniense también debió correr la distancia Maratón-Atenas para llegar a la costa de su indefensa ciudad antes que los barcos persas, por lo que algunos argumentan que la disciplina también es un homenaje a ellos.
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